Intimidad
¿Cuándo fue la última vez que la presencia y la llenura del Espíritu Santo se postró sobre tu cabeza? Tal vez haya pasado mucho tiempo, o no fue hace mucho cuando tuviste un encuentro personal con Dios y sin decir palabras, sabías que Dios estaba contigo, en todo momento y a toda hora, vienen distractores a nuestra vida sin percatarnos, sin que parezca algo malo; el trabajo, las redes sociales. la familia u otros factores con los que nos relacionamos día con día, nos consumen energía y tiempo, espero que no seas de las personas que el día sábado o domingo le oran al Padre para que cuide nuestra semana y nos encomendamos, pero en el resto de la semana no nos tomamos un tiempo necesario para hablar con Dios, mi invitación para hoy, es que juntos, podamos dedicarle más tiempo a Dios, a escuchar su voz, a sentir su abrazo, en este momento, detente por un instante y respira, estoy seguro que si prestas suficiente atención podrás sentir el abrazo o la compañía de Jesús, de su Espíritu Santo que está con nosotros como consolador, si no puedes sentirlo, tal vez sea momento para tomar un momento de intimidad con él.
Está bien orar en familia, en los grupos de tu congregación, con amigos o con tu pareja, pero Jesús también nos enseñó a orar en lo íntimo con Dios, descargar nuestras aflicciones y cargarnos de su paz, que sobrepasa todo entendimiento, en la Biblia hay muchos secretos ocultos que están por ser revelados o compartidos, pero las revela a las personas íntimas, a quienes lo buscan de madrugada o a aquellos que todos los días se entregan delante de su altar personal y le dicen a Dios: Heme aquí
Mi invitación es, que hagas a Dios el centro de tu vida, porque Él cuida con celo a sus hijos y tiene para nosotros planes de bien, propósitos que no podemos imaginar, cuando dejas que Dios tome el control de tu vida, entiendes cuando Jesús dijo que él había vencido al mundo y sus aflicciones, comprendes que eres heredero del Reino de los Cielos y que Satanás ya fue derrotado.
Ten ánimo, nos espera una corona y una vida eterna, persevera hasta el fin y serás salvo, ten fe y guárdate sin mancha del mundo.
Dios, Dios mío eres tú;
De madrugada te buscaré; Mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela,
En tierra seca y árida donde no hay aguas,
Salmo 63:1
Is.
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